Dios es un Padre amoroso

Serie: Caracterí­sticas de Dios como nuestro Padre

Familia

¿Es usted un padre amoroso? ¿Es una madre que manifiesta el afecto que le tiene a los hijos o no les demuestra ni expresa el amor a sus hijos? Lamentablemente, muchos padres y madres de familia, esconden el cariño natural que les tienen a sus hijos. Por lo tanto, éstos crecen en una cultura donde no se les manifiesta amor y aceptación. Los padres son las personas que más afectan la vida de un hijo o hija (para bien o para mal), ya que son las personas más cercanas a ellos y quienes les dieron la vida. Cuando los padres son fríos, distantes o poco afectivos, le están mandando un mensaje al hijo o hija: Tú no me importas, tú no eres mi prioridad, hay cosas y personas más importantes que tú para mí, yo no te amo. Indirectamente, así lo perciben los hijos. Como resultado, los hijos tienen baja autoestima, sienten que no tienen valor, pueden tornarse en tímidos o tratan de llamar la atención para compensar la falta de amor. Dios Padre entiende la necesidad de tener una relación cálida y amorosa con los hijos. Por eso Mateo 3:16,17 narra: «Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia». Mi Hijo amado, mi Hijo a quien amo entrañablemente, el Hijo en quien me complazco. Esa manifestación de amor de Dios como Padre, no fue exclusiva hacia Jesucristo. Dios, nuestro Padre Celestial, nos ha amado tanto, que envió a su hijo unigénito para rescatarnos de eterna condenación y ofrecernos vida eterna. De esa manera, nos ha demostrado su gran amor. Y usted, ¿les demuestra el amor a sus hijos?

Le doy un consejo práctico: Tome muy en cuenta la importancia que tiene para un hijo o hija, que sus padres les expresen amor con hechos y con palabras. Los hijos cuyos padres les besan, abrazan y manifiestan amor, son más seguros, tienen relaciones interpersonales más sanas, tienen menos probabilidades de delinquir y tienen confianza en sí mismos, entre otros beneficios. Entonces, no espere más, ame a sus hijos, porque después de Dios, su familia es prioridad.

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