Enemistades y pleitos familiares

Serie: Derrotando a los enemigos de nuestra familia

Familia

¿Conoce usted parejas que viven peleando todo el tiempo? ¿Conoce hermanos que no se dirigen la palabra desde hace varios meses o años? Definitivamente un gran enemigo de nuestra familia, son las enemistades y los pleitos. Note, que no dije los conflictos, ya que en todas las familias se dan los conflictos, problemas o desacuerdos. La diferencia es que cuando no sabemos manejar maduramente y sabiamente los conflictos, éstos terminan en enemistades y pleitos constantes, que mantienen a la familia dividida y distanciada. Lo cierto es que las enemistades y los pleitos, son obras de la carne. Eso afirma en Gálatas 5:19-21 la Palabra de Dios: «Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios». El Apóstol Pablo enumera en este pasaje bíblico, los pecados que él llama «obras de la carne" y nos dice claramente: "...Os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredaran el reino de Dios". Es interesante que entre los pecados que allí se mencionan, se destacan algunos terribles como el adulterio, la fornicación, la inmundicia, las borracheras, hechicerías, orgías y homicidios; pero en la misma lista se incluye también a las enemistades provocadas por los pleitos.

Por eso, le doy un consejo puntual: Eecuerde que no es la voluntad de Dios que en nuestras familias vivamos enemistados, ni que vivamos como perros y gatos peleando todo el tiempo, gritando todos los días, albergando resentimiento y odio en nuestros corazones. La voluntad de Dios es que vivamos en armonía familiar, que disfrutemos de paz interior, de paz con Dios y de paz con los demás, que derribemos cualquier pared que nos esté separando, que perdonemos y pidamos perdón, que eliminemos las obras de la carne y que seamos más espirituales, más comprensivos, más amorosos con los nuestros, porque después de Dios, la familia es prioridad.

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