La violencia doméstica

Serie: Desafí­os de la familia contemporánea

Familia

¿Es su hogar un territorio de paz, amor y compañerismo o un campo de batalla? Tristemente las estadísticas indican que la violencia intrafamiliar está presente en más del 50% de los hogares. Violencia doméstica es todo acto de agresión dirigido en contra de uno o varios miembros de la familia. La Biblia muestra que la violencia doméstica es un problema tan antiguo como la misma humanidad. Tan pronto entró el pecado al mundo y ocurrió el primer asesinato en el seno de la primera familia humana, cuando Caín mató a su hermano Abel. En son de broma se dice que: «Si un hombre le pega a una mujer, es violencia doméstica. «Si una mujer le pega a un hombre, es defensa propia». Por supuesto, solo es un chiste de mal gusto, pero la realidad es que el 95% de los casos la violencia se da por parte de hombres que golpean a sus compañeras de hogar. Se cree que más del 50% de las mujeres casadas son golpeadas alguna vez en su vida conyugal. Obviamente, hay varios tipos de violencia. Violencia física es aquella que se relaciona con el uso de la fuerza humana para deteriorar las condiciones de otro miembro de la familia, con el fin de tener el control. Se manifiesta por medio de pellizcos, empujones, bofetadas, jalones de pelo, apretones, patadas, fracturas, quemaduras y hasta con heridas de arma de fuego, blancas y de otro tipo. Violencia verbal o emocional, son todos aquellos actos con los que una persona lastima psicológica y moralmente a otra. Se manifiesta por medio de burlas, insultos, desprecio, intimidación, ridiculizaciones, amenazas, negación de la palabra, hacer sentir culpable a la otra persona y exigir atención. La violencia sexual por otro lado, abarca desde los ataques sexuales directos como violaciones, el manoseo y acoso sexual; hasta la incitación a realizar actos de índole sexual sin el consentimiento de la otra persona, pasando por la violencia verbal dirigida al sexo opuesto, piropos obscenos, propuestas indecentes, etc.

Le doy un consejo práctico: Si usted es víctima de violencia doméstica, sepa que no es su culpa. Los problemas se deben solucionar con palabras no con golpes. Salga de ese ciclo de violencia. Denuncie a su victimario o victimaria, cuídese y cuide a los suyos, porque después de Dios, su familia es prioridad.

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