Las heridas provocadas por la violencia fí­sica

Serie: Sanando las heridas provocadas por la familia

Familia

¿Cómo se puede comparar su hogar? ¿Se parece a un ambiente lleno de amor, respeto y comprensión o a un campo de batalla en el que frecuentemente se dan peleas? Es que en muchos hogares se respira amor, paz y compañerismo; pero en muchos otros, el ambiente está lleno de insultos, tensión, amenazas, gritos y agresiones físicas. En los matrimonios en donde se da la violencia física, el 98% de los casos es el hombre quien maltrata a la mujer y el 2% es de la mujer hacia el hombre. Lo cierto es que el victimario deja profundas heridas emocionales en su víctima. La violencia física es hacer uso de la fuerza humana contra otro miembro de la familia. En la primera familia humana, Caín asesinó a su hermano Abel. Posteriormente Génesis 6:11 relata que: «se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia». Esta situación se ha venido agravando paulatinamente, hasta llegar a nuestros días. Por medio de la violencia se pretende abusar del poder y control. El más fuerte física o emocionalmente, agrede al más débil. Por supuesto, la violencia intrafamiliar no sólo se da en la pareja, también se da entre hijos de mayores a menores por lo general. Se manifiesta través de pellizcos, empujones, bofetadas, jalones de pelo, puñetazos, cachetadas, patadas, etc.; que producen moretones, fracturas o heridas, incluso la muerte cuando se trata de golpes muy fuertes. Obviamente, las heridas físicas se borran aunque no siempre desaparecen totalmente. De igual manera, las heridas emocionales pueden sanar y cicatrizar, aun cuando no se borren del todo. No obstante, cabe decir que las heridas del alma duelen, pero no matan. Mientras hay vida, hay esperanza de superarlas y poder disfrutar de una mejor calidad de vida.

Le doy un consejo práctico: Trate con consideración, cortesía, respeto, tino y sobre todo amor a sus seres queridos. No les provoque heridas emocionales a causa de la violencia física. Si ama a Dios y a su esposa, nunca le levante una mano. Si ama a su esposo, no le falte el respeto. Si ama a sus hijos, no los lastime.

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