¿Por qué le hacemos daño a quienes más amamos?­

Herí a mi esposa, por lo que ella está molesta conmigo. Me pregunto: ¿Por qué le
hacemos daño a quienes más amamos?­

Gracias por confiarme esta situación, que hasta cierto punto es normal en la vida matrimonial.

Como usted sabe, mientras más cercana es una relación, existe mayor posibilidad de conflictos. Por ejemplo: Si usted simplemente es un «conocido» de su vecino. Lo saluda dos o tres veces por semana cuando lo encuentra en su vecindario, pero nunca se detiene a platicar con él. Nunca tendrá problemas con su vecino. Si tiene un «compañero» de trabajo, interactúa con él a diario por causa de la labor que realizan y son parte de un equipo de trabajo. Allí hay un poco más de acercamiento. Sin embargo, son únicamente compañeros del trabajo y fuera de ese lugar no se ven ni se buscan. No obstante, si usted tiene un amigo de confianza, con quien se relaciona frecuentemente, hay más posibilidades que en algún momento estén en desacuerdo y ocasionalmente se molestaran a causa de sus diferencias. Pero, cuando usted vive con su cónyuge todos los días debajo del mismo techo, las probabilidades de conflicto aumentan aún más. De allí, que generalmente herimos a las personas más cercanas a nosotros y a quienes más amamos. Precisamente, porque son con quienes más nos relacionamos. Valga decir, que esa realidad por supuesto, no es una justificación para lastimar a los nuestros, ya que debemos aprender a respetarnos y así vivir en armonía. Aunque está comprobado que en todo matrimonio se ha dicho o se ha hecho algo que ha herido a la pareja intensamente. De manera que esa es la principal razón por la que herimos a quienes más amamos. Pero, también hay otros factores que influyen: las expectativas diferentes, los caracteres desiguales, la distinta manera en que fuimos criados, etc.

Usted reconoce que hirió a su esposa (espero que no hayan sido heridas físicas, aunque usualmente las heridas emocionales a veces son más difíciles de sanar que las físicas), eso es importante porque admite su error. De manera que son ambos, quienes están quebrantados y necesitan ser liberados de resentimientos, amarguras y heridas emocionales. Ahora bien, técnicamente hablando, solo Dios puede sanar las heridas del corazón. Salmos 147:3 dice que: «El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas». Es Dios, quien sana a quien tiene un corazón roto o quebrantado y el único que puede vendar y curar dichas heridas emocionales. Así que usted debe acudir a Dios totalmente arrepentido y debe pedirle que haga la obra de sanidad emocional en la vida de su esposa. Además, debe buscar a su esposa y tratar de buscar la reconciliación y volver a disfrutar de una sana relación matrimonial. Si ella no confía en usted inicialmente, debe ser paciente, pues usted ha perdido dicha confianza con sus equivocadas acciones y ahora tiene que recuperarla con sus buenas acciones. En una palabra se necesita la oración y también la acción.

De manera que en primer lugar, usted debe admitir ante Dios y ante su cónyuge que ha obrado mal. Luego, debe pedir perdón. Posteriormente, debe tomar la firme decisión de cambiar de actitud y trabajar para cultivar una relación matrimonial saludable. Para ello, deben evitar el vocabulario ofensivo, los ademanes provocadores y el abuso físico. Por el contrario, siembren actitudes positivas como: El amor, la paciencia, el perdón, la adaptación, el respeto, el aprender a escuchar, etc. Deseo que puedan practicar estas virtudes en su vida conyugal.

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