La muerte de un ser querido

Serie: Superando las crisis familiares

Familia

¿Cuál considera usted que es la crisis más fuerte que una familia puede experimentar? Si está de acuerdo conmigo, yo opino que es la pérdida o muerte de un miembro de la familia, sobre todo si forma parte de la familia nuclear: cónyuge, alguno de los padres o alguno de los hijos. Sin embargo, cuando se trata de un miembro cercano de la familia extendida, también nos vemos sumamente afectados: Un hermano o hermana, alguno de los abuelos, tíos, etc. Nuestro Señor Jesucristo, que tenía tanto la naturaleza divina como la humana al habitar en esta tierra, también lloró de dolor ante la muerte de su amigo Lázaro. Uno de los versículos más cortos de la Biblia, Juan 11:35 dice: «Jesús lloró». Es decir, Jesús comprende el dolor que se experimenta ante la pérdida de un ser querido y la crisis que a raíz de ello, experimenta la familia. Una crisis puede ser personal, familiar, institucional, nacional o mundial. En este caso, se trata de una crisis natural de la vida, pero sin lugar a dudas, la más difícil de sobrellevar. Es una tragedia o un acontecimiento infortunado, que trastorna la vida de la familia. El impacto de la muerte de un ser querido, provoca tensión y desequilibrio emocional y aún económico. Afecta la salud física y anímica. Incluso altera temporalmente el sistema de creencias y valores, ya que hay quejas contra Dios mismo. Siguiendo con nuestro ejemplo, en Juan 11:21, Marta una de las hermanas de Lázaro le reclama a Jesús: «Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto». Es que la crisis es una experiencia desagradable y nos negamos a aceptarla. Toma tiempo volver a conseguir el equilibrio. En estos casos, superar la etapa de duelo dura entre uno a dos años.

Si usted está experimentando este tipo de crisis en su familia, le doy un consejo práctico: Aférrese más que nunca a la fe en Dios, externe su dolor, llore, no se reprima. Hable y comparta recuerdos del ser querido que falleció. El proceso de duelo es gradual y tarda más en unas personas que en otras, pero no se descuide a sí mismo o a sí misma. Trate de comer bien, hacer ejercicio, tener un grupo de personas que le apoyen moral y espiritualmente. Sobre todo, trate de mantener la unidad familiar.

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