Un hijo(a) difí­cil

Serie: Superando las crisis familiares

Familia

¿Tienen ustedes como padres de familia lo que consideran un hijo difícil o una hija difícil? Me refiero a alguien cuyo comportamiento no es correcto. Ahora bien, el hecho de que alguno de nuestros hijos, esté atravesando una crisis, puede ser algo temporal, no definitivo. Es que todos los hijos pasan por una situación difícil y eso no los hace necesariamente «hijos difíciles». Hay etapas en la niñez cuando sufren de celos, de adaptación, de identidad personal. Hay etapas también en la adolescencia y juventud cuando sufren depresiones. Sin embargo, una cosa es atravesar por una edad o etapa que les produce tensión y les conduce a una situación difícil, y otra muy diferente, es tener una conducta difícil o rebelde permanentemente. Si a alguien se le podría etiquetar como hijo difícil en la Biblia, es al famoso hijo pródigo, de quién Jesús relató una parábola que está registrada en Lucas 15. El hijo pródigo le causó dolores de cabeza y le sacó canas a su padre. Tuvo el atrevimiento de pedirle la herencia anticipadamente. Recuerde que el padre estaba saludable, no estaba en su lecho de muerte. Es como si le hubiera dicho: «Papá, lo único que me interesa de ti es la herencia que piensas dejarme, porque no me das de una vez el dinero, ya que pienso vivir la vida loca». Por alguna razón, el padre le concedió su petición aunque no estaba en la obligación de hacerlo. Personalmente pienso que el padre permitió que el hijo aprendiera de sus propios errores. Precisamente, eso fue lo que ocurrió, ya que después de vivir una vida desordenada, se arrepintió y volvió a casa. Por supuesto, le causó penas y desvelos a aquel padre amoroso que lo esperaba cada día con esperanza.

En realidad los hijos difíciles generalmente son formados así por sus padres, ya que la conducta de una persona está definida por sus genes y por su medio ambiente, a menos que tengan problemas orgánicos. Si no quiere tener hijos difíciles que expresan rebeldía porque se sienten rechazados y tienen profundas necesidades insatisfechas, bríndeles todo el amor, la aceptación y la estimación que sus hijos merecen, porque después de Dios, su familia es prioridad.

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